|Por Katherine Martínez Rivera
Egresada de Comunicación/
A la ‘Chechy’ Baena se la puede encontrar en las redes sociales. Tiene Twitter e Instagram. Otra cosa es tratar de conseguirla personalmente, pues es alguien que anda por los cinco continentes. Ser campeón mundial en cualquier deporte es una hazaña, lograrlo 24 veces, es un privilegio… La encontramos en Cali durante los Juegos Mundiales. Estaba acompañando a sus colegas que disputaban medallas.
Cecilia Baena, más conocida como La Chechy, puede darse el lujo de decir que ha hecho vibrar al país en 24 ocasiones, pero también, y a pesar de tantos triunfos y reconocimientos, sigue manteniendo su humildad y sencillez.
Aunque este año se ha mantenido lejos de las competencias y no estuvo en Juegos Mundiales ni en el Mundial de Bélgica, Cecilia afirma que aun no es hora de su retiro. Sólo le está dedicando tiempo a otra de sus grandes pasiones: la comunicación social, carrera que cursa en la Universidad de la Sabana en Bogotá. “No he pensado en el retiro. Este año he tenido otras prioridades con mi estudio y con mi trabajo. Uno cumple ciclos y no puede dejar los otros proyectos de vida que se tienen. Tengo 24 títulos mundiales y pensé que era la oportunidad de hacer algo más, quise darme el tiempo de tomar un nuevo aire y dedicarle más al estudio”.
Y es que Cecilia lleva la comunicación en la sangre. Su padre, Eugenio Baena, lleva muchos años dedicado al periodismo deportivo, y como ella misma reconoce, su contacto desde temprana edad con los medios ha hecho que poco a poco se fuera enamorando de esta profesión. “Siempre he estado detrás de los micrófonos, siempre he estado de este lado, siempre he sido yo la entrevistada. Esta profesión me gusta mucho, es muy bonita y es la que quiero ejercer.”
Si de gustos se trata, en medio de risas, La Chechy acepta que le gusta la televisión porque “siempre he tenido mayor afinidad, porque los medios televisivos son los me han dado más la oportunidad de aprender muchas cosas”, pero también le gusta la radio. “Siento que se puede ser más uno, no se tiene que ser tan acartonado, se puede hablar mucho más, es más relajado, además, es muy difícil transmitir con palabras a alguien que no está viendo lo que está sucediendo, los hechos, entonces eso le pone un grado de dificultad más interesante, lo hace más bonito.”
Su proximidad a los medios de comunicación le permite tener una postura sobre lo que es el periodismo deportivo en Colombia, al que le reconoce virtudes, pero en el que también encuentra sus puntos desfavorables. “Entre las cosas buenas está que es la manera en que los deportistas se pueden dar a conocer, como se pueden saber nuestras hazañas, nuestros triunfos, las alegrías que uno le puede dar a un país. En cuanto a lo malo, los medios son los primeros que te suben y los primeros que te bajan cuando las cosas no salen bien, es algo que hay que saber manejar, porque estando uno de este lado, siendo uno el protagonista a veces eso influye mucho en nuestra personalidad, en nuestro carácter al momento de una competencia.”
Y si de forjar el carácter y saber manejar a la opinión pública se trata, Cecilia tiene experiencia en esto. Ser campeona del mundo por primera vez a la edad de 13 años, siendo la campeona más joven de la historia del patinaje, la colocó desde muy temprana edad en el foco de las cámaras, y la ayudó a formar a la mujer que es hoy en día.
“Siempre hay que mantener los pies sobre la tierra” fueron sus primeras palabras cuando le pregunté por cómo llevaba el haber pasado su adolescencia entre pistas, cámaras y patrocinadores. Sin embargo, toda la gratitud se dirige hacia su familia. “Mis padres y mi familia siempre tuvieron un buen control de cómo manejar la situación, ellos siempre estuvieron ahí, para mí ellos siempre son el principal patrocinador, un apoyo muy grande. Con mucha paciencia y mucha calma se manejaban las cosas, porque había que provechar esas oportunidades que me presentaba la vida, pero con mucha responsabilidad y cautela porque era muy pequeña.”
Entre los múltiples frutos que le ha dejado el patinaje, está la pista de Arjona, municipio de Bolívar, que lleva su nombre y al que ella considera como “un honor, un orgullo y un privilegio, porque es un legado para todos los niños y jóvenes de nuestra tierra para que practiquen el patinaje”.
En cuanto a sus frustraciones, tal vez una de las más grandes es no haber conseguido que el patinaje fuera considerado deporte olímpico. El pasado mes de de mayo, Cecilia hizo parte del grupo de delegados de la Federación Internacional de Patinaje que asistió a la reunión del Comité Olímpico en Rusia para defender las razones por las que este deporte debería ser parte del programa olímpico para el 2020. “Lastimosamente lo de Rusia para mí fue muy doloroso, una frustración muy grande, porque hemos peleado muchos años por eso. El patinaje ya cuenta con muchos de los requisitos para ser considerado como un deporte olímpico, es muy buen espectáculo, es correr más rápido que atletismo y un poquito más despacio que ciclismo, pero me di cuenta que hay mucho poder político que también influye en esa toma de decisiones del Comité Olímpico Internacional, y que lastimosamente nos perjudica a un país como nosotros que no tiene esa fuerza política.”
Cecilia se considera una mujer muy bendecida con un don muy grande, quien no sólo ha dedicado su vida a correr sobre sus patines por el mundo y a ganar todo lo que ha podido en el patinaje, también ha querido devolverle un poco de lo que este deporte le ha dado, creando su escuela de patinaje CMB, en la que enseña a más de 230 niños la disciplina, la constancia, pero sobre todo el amor con el que se corre para ser un campeón. Ella se declara admiradora del patinaje colombiano, “porque a base de esfuerzo ha dado mucho de qué hablar, hace ocho años que es el mejor patinaje del mundo y eso se debe a un gran trabajo planificado y a un gran esfuerzo de los deportistas por siempre darle mejores resultados al país.”
Como su mayor apoyo en todo momento reconoce a Dios, a quien le agradece la salud, las oportunidades que ha tenido, su familia y su novio, Andrés Felipe Muñoz, otro múltiple campeón de patinaje, con quien comparte todo, y al lado de él luchan juntos por sus sueños.
En un futuro, Cecilia se ve en su escuela de patinaje, ejerciendo el periodismo y esperando otras cosas, porque como ella misma dice, aun le quedan muchos sueños por cumplir.